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El intelectual venezolano Jesús Sanoja Hernández nació en 1930 en Tumeremo, Estado Bolívar, el 27 de junio, en una familia de 6 hermanos, siendo él el sexto y último hijo. Cursó primaria en la Escuela Federal Graduada Piar de Tumeremo y la secundaria en los liceos Aplicación y Fermín Toro de Caracas entre 1944 y 1948. En 1947 ganó el premio de cuentos del Liceo Aplicación. Colaboró con el periódico estudiantil Válvula, órgano de los alumnos del Liceo Andrés Bello. Fue fundador del semanario político Gaceta estudiantil y jefe de redacción del mismo (1950-51), y del legendario grupo literario Cantaclaro, que haría frente a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Cantaclaro estuvo integrado además por Miguel García Mackle, Jesús R. Zambrano y José Francisco Sucre Figarella y solo se publicó un número de la revista en 1950. En 1949 Sanoja ingresó en la Universidad Central de Venezuela en la Escuela de Economía, carrera que hubo de interrumpir luego de cuatro prisiones (1949, 1950, 1951, 1952), debido a sus actuaciones en la vida política de entonces y a su adscripción al Partido Comunista de Venezuela donde pronto sería gran apoyo intelectual de su presidente Gustavo Machado. De hecho, Sanoja participó activamente en la redacción y edición de Tribuna Popular, el periódico del partido. Allí tuvo una columna titulada “Espejo semanal”, entre otras, y múltiples artículos; organizó, también, sus páginas culturales. Entre 1952 y 1956 estuvo desterrado en México, donde continuó sus estudios de economía. Además, en la ciudad de México fue redactor de Noticias de Venezuela, vocero de los desterrados comunistas, allí publicó innumerables artículos y notas político-económicas; y colaboró ocasionalmente con las revistas Nuestro tiempo y Principios, publicadas en Santiago de Chile (1954-55). También en México escribió varios artículos sobre materia petrolera en la revista Al día (1954-55). En 1954 obtuvo un premio por su ensayo “Revolución Industrial” en la revista Investigación económica, de la Universidad Nacional Autónoma de México con motivo del 25 aniversario de la fundación de la Escuela de Economía.

 

 

Asimismo, con anterioridad a su exilio en México, cabe destacar que en 1949 publicó sus primeras colaboraciones en El Nacional que él mismo apunta en su currículo: “Más sobre crítica y arte”, “Walt Whitman” y “El Bolívar de nosotros”; y se mantuvo como colaborador del mismo periódico durante esos años de 1949 a 1950. Entre 1951 y 52 publicó también en El Nacional bajo los seudónimos Marcos Hernández y Marcos Bastidas (nombre de su padre: Marcos Sanoja).  Comenzó, de tal forma, una larga carrera periodística en la clandestinidad, conociéndose entonces a Sanoja como uno de los escritores venezolanos con mayor número de seudónimos. Este escritor iría, así, de los temas culturales, manejo de archivos hemerográficos, pasquines, folletos, y todo tipo de literatura clandestina, y datos fundamentales sobre la vida intelectual desde el Gomecismo, esencialmente, hasta convertirse, sin lugar a dudas, en uno de los principales y más prestigiosos analistas políticos de la realidad histórica de Venezuela.

Regresó a Venezuela en 1956 e inició estudios en la Escuela de Letras de la UCV concluyéndolos en 1962, tras una suspensión causada por las luchas políticas y el desempeño de cargos directivos estudiantiles. De inmediato, ingresó como instructor interino en el Centro de Estudios Literarios de la UCV (hoy día Instituto de Investigaciones Literarias de la Facultad de Humanidades y Educación). Asimismo, fue profesor de Técnica literaria del drama en la Escuela de Teatro de la Dirección de Cultura de la UCV durante los años 1964 a 1967. Durante esos años, en el Centro de Estudios Literarios, inició dos investigaciones, una sobre el cuento venezolano, junto con los profesores Oswaldo Larrazábal y Gustavo Luis Carrera, y otra titulada La poesía de Caracas que dejó semielaborada y tenía por objeto participar en la conmemoración del Cuatricentenario de la ciudad. Allí también participó en los fichajes de Bibliografía del cuento de venezolano y La vida y obra de Romero García. Entre 1967 y 69 se desempeñó como profesor en el cuarto año de la Escuela de Letras-UCV dictando la cátedra de Corrientes literarias. A partir de su disgusto con el movimiento de La Renovación que tuvo lugar en la misma Escuela de Letras, se mudó completamente a la Escuela de Comunicación Social donde ejerció hasta su jubilación. Allí fue profesor de Literatura venezolana entre 1969 a 72, Seminario sobre partidos políticos (1969-71), Literatura contemporánea (1969-70) y Preseminario de investigación (1971-72). También fue profesor del curso sobre Partidos políticos en la Universidad Ezequiel Zamora (1959). Y enseñaba, por otra parte, el curso itinerante de Literatura carcelaria venezolana en la UCV.

 

 

 

 

 

 

 

 

Respecto a cargos y funciones en la vida política universitaria ucevista y más allá, Sanoja indica que fue delegado al Consejo de la Facultad de Economía (1950-1951), presidente del Centro de Estudiantes de Humanidades (1958), delegado al Consejo de la Facultad (1958-1959), delegado al Consejo Universitario (1958), vicepresidente electo y presidente encargado de la Federación de Centros Universitarios (1958-1959); diputado suplente del Partido Comunista por el Distrito Federal y secretario de la Fracción Parlamentaria del mismo PCV (1958-1963).

Desde 1956 fue periodista de una gran versatilidad y producción diaria:

Escribió algunos artículos en Últimas noticias con el seudónimo de Álvaro Ruiz (1956); algunos trabajos de índole económica en Élite acerca del café, Guayana, y México (1957-58) y reportajes e informes (1958-59). Colaboró dos veces a la semana en la página editorial de La Esfera (1957-59); y mantuvo una columna estudiantil diaria en el vespertino El Mundo, con el título “Esta es la Universidad” (1958-1959). Colaboró, dos veces a la semana, en el vespertino Pregón (1958). Y durante el año de 1958 tuvo una columna en la publicación periódica Joven guardia, y asimismo en el periódico El Independiente. En cuanto a Tribuna Popular sostuvo su columna semanal “Estrella de cinco puntas” en 1958 y una columna diaria, “Sucesos tras sucesos” (1959-60-62). Participó en la revista Cruz del Sur (1958-59) con algunas colaboraciones aisladas, básicamente poemas.

 

En los años de 1958 y 1959, con la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y el inicio de la democracia, su actividad se amplió. Entonces fundó y coordinó la  importante revista cultural de izquierda Tabla Redonda (1959-1962), junto con Arnaldo Acosta Bello, Rafael Cadenas, Manuel Caballero, Dario Lancini, Ligia Olivieri, Jesús Fernández Doris y Jesús Enrique Guédez. En este mismo ámbito, se debe advertir su codirección de la revista literaria En letra roja; editoriales y notas en los once números (1964-65). Esta vez Sanoja estuvo en la coordinación junto con Andriano González León. La revista, en papel periódico, contó con la colaboración de A. E. Acevedo, Ludovico Silva, José Ignacio Cabrujas, Alfredo Chacón, Héctor Mujica, Orlando Araujo, Irma Acosta, Manuel Caballero, Jaime López-Sánz, Caupolicán Ovalles, entre otros.

Por otra parte, entre 1964 y 1969, Sanoja continuó trabajando para El Nacional, publicando columnas con los seudónimos Ulises, Martín Garbán, Edgar Hamilton, J. Sarmiento López, Juan E. Zaraza, L.R.S. Francisco Leyva, Eduardo Montes, Manuel Rojas Poleo, Pablo Azuaje, Marcos Garbán. Así también mantuvo la columna sobre temas literarios en la página cuarta y C-1 de dicho periódico, con el seudónimo de Juan Zaraza, 1967-1971. Escribió importante reportaje sobre La Rotunda, personajes célebres, poetas, temas políticos, con el seudónimo de Eduardo Montes (1966-1968); y reportajes y artículos con el seudónimo de Pablo Montilla (1967-1968). Publicando asimismo en El Nacional, entre 1967 a 1971, reportajes y artículos, además de la sección “Almacén de antigüedades” (artículos en miniatura sobre datos de la vida cultural del país) en el “Papel literario” con el seudónimo de Edgar Hamilton. En El Nacional también desarrolló las columnas fijas “Paradojas” entre 1967 a 1972 con el seudónimo de Rojas Poleo y “Mentiras” firmada por Pablo Azuaje. Luego continuo con la columna “Máquina del tiempo” y “Almacén de antigüedades” ahora sí con la firma de Jesús Sanoja Hernández –es decir, ya fuera de la clandestinidad– en el “Papel literario” en 1972.

 

Entre la cantidad asombrosa de colaboraciones que sostuvo en la productiva década de los 60, él mismo subrayaba haber sido redactor de La Verdad (1961) y Trinchera, periódicos clandestinos (1961-62), ahora bajo la persecución que la izquierda padeció en los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni. Fue coordinador de Gaceta parlamentaria (1961); redactor de Boletín confidencial (1962); colaborador en La Tarde y La Hora, 1961-1962; fundador y co-director del suplemento El Venezolano (1963).

También refiere haber escrito columna diaria en Clarín, “El otro yo”, sin firma (1962-1963); editoriales, artículos y columna diaria, “Lo oculto de la noticia”, en La Extra (1964); sección semanal fija en el semanario Qué, “El ojo sobre la ciudad”, con el seudónimo Álvaro Saher (1964-1966). Fue colaborador en el diario El Siglo (1965); colaborador de Deslinde, periódico universitario (1968-70), donde mantuvo la sección “Blancas y negras”; redactor en la revista Cambio de la sección “Entrevistas imaginarias”, ensayos y artículos (1968-1970); colaborador de Nueva Voz Popular (1968-1969). Así también escribió artículos en la revista Oriente de la Universidad de Oriente  (1967). Fue colaborador de la revista literaria Papeles (1969-1972); y de la revista Kena, (1972).

 

Hasta 1972, Sanoja apuntaba haber escrito y publicado los siguientes libros y folletos: los poemarios inéditos Errores y Más acá del planeta (sin fecha); ensayo sobre La poesía última, inédito (1965); estudio sobre Caracas en la poesía, aún no concluido (1967); estudios acerca de “La poesía venezolana en 1964” parcialmente publicado en la revista Papeles. Publicó entonces la primera edición de su único poemario La mágica enfermedad (Mérida, Talleres Gráficos Universitarios, 1969); ¿Qué es Copei?, folleto sobre las luchas universitarias, sin pie de imprenta, sin firma (1962); Leo, más allá de la anécdota bajo el seudonimo de Eduardo Montes, (Dirección de Cultura del Estado Miranda, 1968). La Universidad: ¿culpable o víctima? (Editorial San José, 1967); y concluyó su meticulosa investigación y gran reportaje Una década de luchas universitarias: 1948-1958, tesis mimeografiada para optar a la categoría de Asistente en el escalafón universitario, 1971.

Subrayaba haber recibido la mención honorífica en el Concurso de Poesía José Rafael Pocaterra, 1966, y el Premio Municipal Leoncio Martínez como mejor columnista, 1972. Posteriormente, en 1983, recibió la Orden Andrés Bello por su trabajo periodístico, conferida por la presidencia de la república, es decir, Luis Herrera Campins. Y en el año 2000 obtuvo el Premio Monseñor Pellín como personaje de investigación del año, “por su trabajo sistemático y profundo en el estudio de la historia de Venezuela y su difusión a través de los medios impresos”.

En adelante, Sanoja continuó colaborando en el periódico El Nacional hasta el final de su vida. Principalmente, entre otras columnas, mantuvo “Mentiras” (1980-2000). Mientras que en El Globo sostuvo la columna “En el día de Júpiter” y “Diccionarios” (1990); asimismo, colaboró con el diario 2001 publicando la sección “Jesús Sanoja Hernández comenta” y “¿Qué pasó en la semana que pasó?” (1980 a 1990); también publicó en Economía hoy (1990); y en La prensa de Monagas (1980-1990) y sostuvo sus colaboraciones continúas en las revistas Summa (1973-1974), Respuesta (1979-1981) y Excelencia (1990); destacando su contribución sostenida en Bohemia (1980 a 1990).

Camila Pulgar Machado